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El Big Bang y El Génesis: La Creación

Ciencia y fe, lejos de contradecirse, pueden ser dos formas de entender el origen del universo.

Amanda Matunkuná

3/13/202510 min read

Ciencia y fe

El Big Bang explica el cómo, el Génesis sugiere el por qué.

El Big Bang, El Génesis y La Creación

Bienvenido y bienvenida, exploraremos el origen del universo desde el Big Bang hasta el Génesis, abordando los puntos en que estas dos narrativas se encuentran y cómo, en lugar de contradecirse, pueden complementarse.

El Origen del Universo: El Big Bang y la Expansión Cósmica

Hace aproximadamente 13.8 mil millones de años, todo lo que existe - materia, espacio y tiempo- estaba comprimido en un solo punto extremadamente pequeño y denso. No había ni espacio, ni tiempo, ni galaxias, ni estrellas. Sólo existía una singularidad, un estado que desafía nuestras leyes físicas actuales.

Entonces algo ocurrió: el universo comenzó a expandirse de manera abrupta y súper energética, en un evento que llamamos Big Bang. Sin embargo, es importante aclarar que no fue una explosión en el espacio, sino la expansión del propio espacio-tiempo. No hubo un "afuera" ni un "antes" del Big Bang, porque el tiempo mismo comenzó allí. El universo en sus primeros instantes fue un lugar extremo, con temperaturas trillones de veces mayores que las del núcleo del Sol. En esta fase primigenia, las partículas fundamentales apenas comenzaban a formarse.

Las Primeras Fracciones de Segundo: La Era de la Radiación

Dentro de las primeras fracciones de segundo, en el tiempo de Planck, la gravedad se separó del resto de las fuerzas fundamentales. En las siguientes fracciones de segundo:

  • Ocurre la inflación cósmica, un período en el que el universo se expandió exponencialmente en una fracción de segundo.

  • La temperatura era tan alta que la materia no podía existir en formas estables. Había una sopa de partículas exóticas. Luego, la temperatura bajó lo suficiente para que las partículas elementales como quarks, gluones y electrones comenzaran a estabilizarse.

El primer instante en la historia del universo, es llamado el TIEMPO DE PLANCK un momento tan breve que nuestras leyes actuales aún no pueden describirlo con certeza.

Para imaginarlo, pensemos en el comienzo de un videojuego, antes de presionar “iniciar”, nada existe en la pantalla, pero cuando el juego empieza, el mundo digital se despliega de inmediato. El Tiempo de Planck sería ese primer instante en que las reglas del universo empiezan a funcionar, aunque de una manera que aún no comprendemos del todo.

En este primer parpadeo de la existencia, el universo era puro caos: todo estaba tan increíble denso y energético que no había partículas bien definidas, ni espacio, ni tiempo como lo conocemos hoy, una especie de sopa primordial, donde las leyes normales de la física no aplicaban.

En este universo primitivo, la energía extrema generaba constantemente pares de partículas y antipartículas, cada partícula de manera tenía una contraparte de antimateria, y cuando se encontraban, se aniquilaban, convirtiéndose en energía.

Si todo hubiera sido perfectamente simétrico, la materia y la antimateria se habrían aniquilado completamente, dejando un universo vacío, sin estrellas planetas o vida- Pero por razones que aun no están del todo claras para la ciencia actual, ocurrió un desequilibrio, un pequeño exceso de materia sobre antimateria. Por cada mil millones de pares que se aniquilaron, sobró una sola partícula de materia. Puede parecer insignificante pero fue suficiente para formar todo lo que existe hoy: galaxias, estrellas, planetas y los humanos. Este fenómeno conocido como asimetría bariónica, es uno de los mayores misterios de la ciencia, sino hubiera ocurrido no estaríamos aquí para preguntarnos sobre el origen del universo.

A medida que el universo se expandía, se fue enfriando. Imagina un océano en plena tormenta, con olas gigantescas chocando unas contra otras. Solo que, en este caso, esas “olas” eran partículas de energía extrema moviéndose en todas direcciones. Con el tiempo, estas partículas lograron combinarse para formar los primeros átomos, dando origen a los bloques fundamentales del universo.

Uno de los momentos clave ocurrió cientos de miles de años después del Big Bang, cuando el universo se volvió lo suficientemente frío para que la luz pudiera viajar libremente. Antes de esto, todo estaba cubierto por una “neblina” densa que impedía el paso de la luz. Pero cuando los primeros átomos estables se formaron, el cosmos se volvió transparente y la luz se expandió en todas direcciones. Esa luz sigue viajando por el universo y podemos detectarla hoy en día. Se conoce como la “radiación cósmica de fondo” y es la evidencia más fuerte del Big Bang.

Millones de años después, la gravedad comenzó a hacer su trabajo, agrupando nubes gigantes de gas y polvo que eventualmente se convirtieron en las primeras estrellas. Estas estrellas ardieron intensamente y, al morir, liberaron los elementos necesarios para formar nuevas generaciones de estrellas, planetas y, finalmente, la vida.

Saltamos en el tiempo hasta hace 4,500 millones de años, en un rincón de una galaxia espiral barrada, que posteriormente bautizamos como Vía Láctea, una nube densa de gas y polvo interestelar colapsó bajo su propia gravedad, iniciando la formación estelar de nuestro Sol y el material circundante comenzó a girar en un disco de acreción, que en aproximadamente 20 millones de años se condensó para formar los planetas, lunas, asteroides y demás cuerpos celestes del sistema solar.

¿Qué es lo interesante sobre la formación de nuestro sistema solar?

Todo, Primero, el Sol, es un tipo de estrella muy estable, es una estrella que puede vivir alrededor de 10,000,000 de años suficiente para que la vida evolucione. Pero existen muchos tipos de estrellas y tienen una vida útil en función de su masa.

Por ejemplo, una estrella que 30 veces la masa del sol podría vivir entre 3 y 11 millones de años, (para tener una referencia del tiempo, hace 66 millones de años los dinosaurios se extinguieron), entonces no sería una buena estrella para la evolución de la vida, no habría suficiente tiempo. Y las estrellas más pequeñas que el Sol, aunque son longevas, con vidas útiles de miles de millones de años tienden a ser inestables y generar erupciones violentas que afectarían el desarrollo de atmósferas planetarias, por lo tanto, si habría tiempo para evolucionar pero las condiciones no serían las indicadas.

Factores Clave en la Habitabilidad de la Tierra

La Tierra no es un planeta cualquiera es el único planeta conocido que sostiene la vida Está dentro de la zona habitable del Sol, por lo tanto el agua existe en estado líquido, pero no es una cuestión de metros o kilómetros ya que la Tierra varía su distancia al Sol a lo largo del año, recordemos que la zona habitable de una estrella es una franja, no una línea.

También tenemos otros factores que hacen posible la habitabilidad de la Tierra, como la existencia de una atmósfera, la actividad geológica, la composición química de la corteza terrestre, la inclinación axial que permite las estaciones terrestres, el campo magnético que protege a la vida de la radiación solar, la influencia de la luna en la mareas y en la duración del día y la presencia de Júpiter como escudo gravitacional: que ayuda a desviar asteroides que podrían impactar la Tierra, claro que Júpiter no es infalible, ahí tenemos la historia de los dinosaurios.

Se estima que la Tierra seguirá siendo habitable por otros 500 millones de años, aunque su futuro dependerá de la evolución del Sol y nuestra atmósfera.

Estamos en una serie de circunstancias complejas que hicieron la vida posible, ¿esto es una coincidencia?

Considera esto: el universo podría haber sido solo un océano de luz y energía, sin estrellas, sin planetas, sin vida. Podría haber sido un espacio vacío, sin historia, sin testigos de su inmensidad. Y, sin embargo, aquí estamos.

Cada uno de nosotros es el resultado de una serie infinita de coincidencias improbables. Desde la asimetría de partículas que permitió la existencia de la materia, hasta la formación del Sol, la Tierra, y el surgimiento de la vida en condiciones extraordinarias. Si la expansión del universo hubiera sido un poco más rápida, la materia jamás se habría juntado para formar galaxias. Si hubiera sido más lenta, todo colapsaría sobre sí mismo.

Nuestra existencia no solo depende de eventos cósmicos, sino de una cadena aún más frágil de acontecimientos: la evolución de la vida, la supervivencia de nuestros antepasados, y hasta la improbable combinación genética que hizo que cada uno de nosotros sea exactamente quien es.

Si un solo eslabón en esta cadena hubiera sido diferente, simplemente no estaríamos aquí. Esto nos deja con una pregunta profunda: ¿es nuestra existencia un accidente del azar, o hay algo más? Algunos ven en esta improbabilidad la huella de un orden oculto, de un propósito más grande. Otros, la simple consecuencia de un universo lo suficientemente vasto como para que lo imposible se vuelva inevitable en algún rincón del espacio y el tiempo.

Sea cual sea la respuesta, lo cierto es que existimos, y eso ya es un milagro en sí mismo. Un instante de conciencia en medio de la vastedad del cosmos, una chispa de luz en la oscuridad infinita. Tal vez la verdadera cuestión no es por qué estamos aquí, sino qué haremos con esta oportunidad única e irrepetible de ser.

El Génesis y la Ciencia: ¿Se Complementan?

"En el principio creó Dios los cielos y la tierra..." (Génesis 1:1)

La Biblia se ha interpretado de forma literal y de forma simbólica a conveniencia a lo largo de la historia. Para algunos, incluyéndome, el Génesis es un relato simbólico, una narrativa que explica el origen del universo en términos comprensibles para la humanidad antigua, no un artículo con detalles científicos sobre evolución o el Big Bang.

La historia escrita de la humanidad tiene menos de 8,000 años, pero hace 3,000 años ya existía un relato del origen del universo. El Génesis escrito hace más de 3,000 años, describe la creación del universo en un lenguaje comprensible para la humanidad de esa época. En ese tiempo, la ciencia y la magia eran indistinguibles. ¿Cómo explicar a un hombre de hace milenios la asimetría de partículas, la relatividad o la expansión cósmica, la cadena alimenticia o el curso evolutivo?

La historia de la humanidad es corta comparada con la edad del universo, pero desde el principio nos hemos hecho las mismas preguntas: ¿de dónde venimos? ¿qué sentido tiene nuestra existencia?

Ciencia, Filosofía y Fe

A pesar de los avances científicos, seguimos sin respuestas definitivas sobre estas y otras cuestiones, como:

• ¿Por qué ocurrió la asimetría de partículas que permitió nuestra existencia?

• ¿Qué hay más allá del universo observable?

• ¿Cómo surgió la conciencia?

Cada respuesta nos lleva a nuevas preguntas. Ciencia y espiritualidad pueden verse como formas complementarias de explorar lo desconocido, de buscar la verdad, de la misma verdad.

El Papa Francisco ha afirmado que el Big Bang “no contradice la intervención creativa de Dios, sino que la requiere”, resaltando que ciencia y fe no tienen por qué ser opuestas.

"El universo no tiene la obligación de tener sentido para ti." NDT

En esta era científica, estamos acostumbrados a pensar que más ciencia significa menos Dios, pero, en realidad, al llegar al límite del conocimiento todo se convierte en un acto de fe. Cuanto más comprendemos el universo, más nos damos cuenta de lo asombroso y lo contra intuitivo que es.

¿Cómo explicar a un hombre de hace milenios la asimetría de partículas, la relatividad o la expansión cósmica, la formación estelar, la cadena alimenticia o el curso evolutivo?

Varios fenómenos en la ciencia moderna pueden ser considerados, en cierto sentido, actos de fe, no en el sentido religioso, sino como confianza en teorías, modelos o evidencias indirectas que no siempre pueden ser verificadas directamente por una persona promedio. Aquí algunos ejemplos:

1. La existencia de partículas subatómicas y campos cuánticos

  • Nadie ha "visto" un electrón o un quark de manera directa. Su existencia se infiere a partir de experimentos y modelos matemáticos. Aceptar que estas partículas existen requiere confianza en los métodos científicos y en los datos obtenidos.

2. La teoría de la relatividad y el tiempo dilatado

  • Einstein predijo que el tiempo se dilata a grandes velocidades. Esto se ha comprobado con relojes atómicos en satélites y vuelos espaciales, pero la experiencia cotidiana no nos permite percibirlo directamente. Creer en la relatividad es un acto de fe en la precisión de la física experimental y la matemática que la respalda.

3. El Big Bang y la expansión del universo

  • La idea de que el universo surgió de una singularidad hace 13.8 mil millones de años se basa en evidencias como la radiación cósmica de fondo y el corrimiento al rojo de las galaxias. Sin embargo, aceptar esta idea sin realizar los cálculos requiere confiar en la comunidad científica.

4. La existencia de dimensiones extra en la teoría de cuerdas

  • La teoría de cuerdas sugiere que existen dimensiones adicionales más allá de las tres espaciales y el tiempo. No hay evidencia experimental directa de estas dimensiones, por lo que su aceptación es una forma de "fe" en la consistencia matemática y la elegancia del modelo.

5. Los agujeros negros y la radiación de Hawking

  • La radiación de Hawking, predicha teóricamente, no ha sido medida directamente, por lo que su aceptación se basa en la confianza en la física teórica.

6. La materia oscura y la energía oscura

  • Se estima que el 95% del universo está compuesto por materia y energía oscura, pero hasta ahora nadie ha detectado directamente qué son, lo único que se ha detectado indirectamente son los neutrinos. La comunidad científica acepta su existencia basándose en efectos gravitacionales observables.

7. La conciencia y la neurociencia

  • No hay una teoría completamente aceptada que explique cómo la actividad neuronal da lugar a la experiencia consciente. Aceptar teorías emergentes en este campo es confiar en que eventualmente se descubrirán mecanismos más precisos.

8. Los algoritmos de inteligencia artificial y su "pensamiento"

  • Se confía en que los algoritmos de IA procesan información de manera útil, pero a menudo funcionan como "cajas negras" cuyo razonamiento exacto es difícil de rastrear. Aceptar sus resultados puede ser un acto de fe en su entrenamiento y diseño.

Estos ejemplos muestran que la ciencia, aunque basada en la evidencia y la razón, también requiere confianza en datos indirectos, modelos teóricos y la comunidad científica, lo que en cierto modo podría asemejarse a una forma de fe racional.

Ni el Big Bang ni el Génesis son visiones opuestas, sino dos maneras de contar el mismo misterio: el origen de todo lo que existe. La ciencia nos da el cómo, y la espiritualidad nos ofrece el por qué. "Más ciencia, más comprensión, más Dios." La exploración del universo no es solo un esfuerzo científico, sino una búsqueda profunda del significado de la existencia.

La ciencia por sí misma no nos puede explicar completamente el origen de todo, porque tampoco nos puede explicar el significado de la vida, existen muchos enigmas que se escapan del mundo tangible, como la autoconciencia, las proyecciones astrales, encuentros con seres espirituales o con seres no terrestres, la sincronicidad o las premoniciones entre otros fenómenos que pronto exploraremos a fondo.

Muchas gracias por acompañarme en este recorrido.